La vida de los otros (2006)

Es el año 1984 en la República Democrática Alemana (RDA) o Alemania del Este, un territorio con 16 millones de habitantes, controlado por la más sofisticada, ingeniosa y meticulosa policía secreta, la “Ministerium für Staatssicherheit” o simplemente “Stasi”. La Stasi estaba formada por aproximadamente 90.000 empleados, un número bastante importante considerando el total de la población, pero más importante aún era la red de cientos de miles de “empleados no oficiales”, quienes entregaban reportes secretos sobre sus compañeros de trabajo, jefes, amigos, vecinos e incluso familiares. Algunos lo hacían voluntariamente, pero muchos más eran sobornados o chantajeados para conseguir su colaboración.Das Leben der Anderen (“La vida de los otros”), la película con la cual el director alemán Florian Henckel von Donnersmarck debuta en la pantalla grande, toma este inquietante momento de la historia y crea una película fascinante y conmovedora. El eje conductor es Georg Dreyman (aunque no el personaje principal), interpretado sobriamente por Sebastian Koch, es un escritor de obras de teatro conocido en toda la RDA y con una creciente reputación mundial; socialista “aparentemente” convencido, escribe sobre temas de ideología neutral, y es incluso altamente reconocido por el estado. A pesar de su colaboración con el régimen, sabe que muchos de sus amigos no opinan de la misma manera y trata siempre de interceder a favor de ellos, ya que de lo contrario son controlados permanentemente, micrófonos en sus casas, amigos y familiares obligados a contar todos sus movimientos, y hasta son imposibilitados de publicar cualquier artículo.

Dreyman vive en un humilde departamento lleno de libros con su novia Christa-Maria Sieland (Martina Gedeck), una reconocida actriz que aparece en la mayoría de sus obras. Pero a pesar de ser un ciudadano ejemplar, Dreyman comienza a ser investigado por razones que no quedan claras hasta más adelante en la película. La temible maquinaria de la Starsi entra en acción; llenan su departamento de micrófonos y cámaras, dejando en un cuarto cercano todos los aparatos electronicos para llevar un control permanente de Dreyman, quedan registrados desde los chistes hasta cuando tienen relaciones. El encargado de dicho operativo es el capitan Gerd Wiesler, interpretado de manera brillante por Ulrich Mühe, un personaje que es presentado como un frío e impasible profesional, que no muestra piedad al combatir a los “enemigos del socialismo”, si tiene que interrogar a un sospechoso por 12 horas sin dormir para conseguir una confesión, lo hace sin dudar. Cuando no esta trabajando, pasa su tiempo en su pequeño departamento situado en un inmenso y sucio edificio, en absoluta soledad.

A medida que pasan los días Wiesler empieza a conocer los secretos más íntimos del escritor, y también a relacionarse más con él, en una mezcla de envidia y admiración por la riqueza y profundidad de su vida, y esto lo lleva a hacer cosas que jamás imaginaba. Sin hablar más de la trama, la película se destaca por sus excelentes actuaciones, especialmente la de Ulrich Mühe quien muestra la gradual y secreta transformación de un hombre que busca constantemente su lugar.

El director, escritor y productor von Donnersmarck (apellidos complicados y los de los alemanes… jeje) logra recrear la gris apariencia de la vieja Alemania del Este, y el poder e intimidación de la Stasi, con una gran fidelidad. Sinceramente, una película destacable y recomendable para los que están cansados de las típicas películas hollywoodenses.