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Quizás esta es una de las tendencias que se viene dando en el cine hollywoodense últimamente: el remake o las secuelas de éxitos pasados. Ya hace varios años que este tipo de películas vienen ganando terreno, comparando su enorme crecimiento solamente con la gran cantidad de películas de superhéroes que se estrenaron en los últimos años (de la cuales bastantes son secuelas, o remakes).
Hay cosas que es mejor no tocarlas: sino miren el caso del mítico Hannibal Lecter, aquel psicópata-asesino-caníbal de “El silencio de los inocentes”. Luego de una primera parte que ha quedado como un clásico del terror, por ese afán de exprimir este “producto Lecter” que tanto éxito les había dado en 1991, en 2001 le quitaron mística a este personaje interpretado por Anthony Hopkins en la fallida “Hannibal”.
Otro caso parecido es el de Superman. Todos recuerdan aquellas películas protagonizadas por Christopher Reeve, quién como el hombre de acero logró convencer a la audiencia de que un hombre “podía volar”. Por que no dejar estos clásicos en paz? Por que tener que devaluar a este personaje con un flojo remake, con actores elegidos por estar de moda? Ni siquiera el bueno de Kevin Spacey pudo hacer olvidar al Lex Luthor de Gene Hackman.
Distinto parece ser el caso de la próxima Indiana Jones: Por lo que se dice, Spielberg se negó a incluir escenas digitales en la película, para así poder seguir el modelo de las tres primeras entregas de la saga.
Este factor “digital” es otro de los recursos que se utiliza en este tipo de películas. Un ejemplo claro es el de Duro de matar 4, la cual es una buena película pero que cambió totalmente su estilo comparada con las tres primeras partes. Tantos efectos especiales y escenas digitales le sacaron un poco esa esencia que tenían sus antecesoras.
Si sigo dando ejemplos como estos puedo llegar a estar escribiendo hasta el mes que viene: Rocky, Terminador, National Treasure, El código Da Vinci, Hostel… y la lista continúa. Lo que esta clara es la tendencia que se viene dando de exprimir un producto (en este caso una película) hasta donde se pueda, sin importar a que costo.
No se piensen que sólo por ser un remake o una secuela una película esta destinada a ser mala, pero la historia muestra que en la mayoría de los casos esto suele suceder.
Díganme estructurado, pero para mí hay cosas que es mejor no tocarlas, por el bien de la historia del cine. Por suerte todavía hay realizadores jóvenes muy interesantes (Wes Anderson, M. Night Shyamalan, Michel Gondry o Cameron Crowe por ejemplo) que le dan un toque de frescura a este cine “cuadrado” que se viene dando en los últimos tiempos.
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