El último rey de Escocia (2006)

En política, como en muchos otros aspectos de la vida, las decisiones que tomamos (o dejamos de tomar) afectan directamente los eventos por venir, pero en qué punto cruzan la línea de la culpabilidad ética o moral. “The Last King of Scotland”, dirigida por Kevin MacDonald, explora este tema a través de la historia de un joven y recién recibido médico escoses, Nicholas Garrigan (James McAvoy), quién prácticamente de un día al otro pasa a ser el doctor y mano derecha de uno de los dictadores más controversiales de la época, el ex-presidente de Uganda Idi Amin (Forest Whitaker).Nicholas había ido a Uganada para escaparse de su predecible, aburrida y monótona vida, en la que trabajaba como médico en el consultorio de su padre. Con la excusa naive de tratar de hacer de Uganda un mejor lugar va a trabajar a una clínica en las afueras de la ciudad, donde accidentalmente ayuda al recién autoproclamado presidente. A partir de ese momento, Nicholas, atraído por la poderosa presencia de Amin, empieza a establecer una relación cada vez más cercana con el nuevo presidente y, en un principio, parece que todo evoluciona para mejor, pero se niega a ver todo lo que está pasando a su alrededor. Matanzas, opositores desaparecidos, la situación en Uganda se deteriora y Nicholas entiende que ya no tiene la elección de quedarse o irse a su casa; Amin le saca el pasaporte y se niega a dejarlo ir.

“The last King of Scotland” es una película con altas y bajas, Nicholas sinceramente no me convence (aunque la actuación de James McAvoy me gustó). El problema es el personaje en sí, Garrigan es débil e indeciso y tiende a tomar las decisiones más estúpidas y egoístas. Se cree un mujeriego, lo vemos teniendo relaciones con cada una de las mujeres que aparecen en la película; pero cuando empieza a conquistar a Kay (Kerry Washington), la tercera mujer de Amin, uno sabe que las cosas no van a terminar bien. Tener relaciones con la mujer de un dictador psicológicamente inestable, que tiene un ejército de hombres a su disposición, nunca es una buena idea, pero Garrigan es o demasiado inocente o demasiado estúpido para no darse cuenta de esto, ni tampoco de todas las otras decisiones que toma que lo terminan vinculando directamente con las acciones delictivas del presidente.

El que carga la película sobre sus hombros es Whitaker, realmente un Oscar muy merecido, la interpretación que hace de Amin es impresionante, prácticamente pareciera estar viendo al verdadero (la primera de las fotos de más arriba), pero no es solamente lo físico, son las expresiones faciales, los gestos, la voz, la diferencia de personalidad entre su vida privada y pública. Cuando Whitaker esta en escena, quedas paralizado, y cuando no esta, estas esperando que vuelva a aparecer. Nicholas pasa a ser únicamente una ventana para mostrarnos lo que podría ser la intimidad de una de las personas más temidas y criticadas de la época. También nos muestra a Uganda en un momento que pudo haber sido una gran oportunidad de mejorar (no hay que olvidarse que Amin toma el poder apoyado por Inglaterra) y que sin embargo fue completamente desaprovechada.